El Bernés de la Montaña en México es mucho más que un perro: es un compañero leal, imponente y lleno de dulzura. Desde la primera vez que lo conocí me sorprendió su mirada serena y noble, capaz de transmitir calma en segundos. Aunque su tamaño puede impresionar, pronto descubres que detrás de ese cuerpo robusto habita un verdadero “gigante tranquilo”.
Cuando uno piensa en un perro ideal para el hogar, imagina a un compañero que se lleve bien con los niños, que tenga energía para jugar pero también sepa relajarse cuando es hora de descansar. Eso, y mucho más, lo ofrece esta raza. Son perros que se adaptan a casas grandes o apartamentos (siempre que salgan a ejercitarse), no tienen problemas en convivir con otros animales, y son increíblemente receptivos al entrenamiento.
Desde que conocí esta raza, supe que era diferente. Su apariencia me pareció encantadora: muy bonitos, con un pelaje ondulado o con chinos, y colores tan atractivos como el dorado y el negro. Pero lo que más me cautivó fue su energía, su capacidad de amar y su forma tan graciosa de comportarse… un poco bobos a veces, sí, pero siempre cariñosos y dispuestos a proteger a su familia.
El Bernés de la Montaña, también conocido como Boyero de Berna, nació en los pintorescos paisajes de los Alpes. Durante siglos fue un perro de trabajo, utilizado en granjas para tirar de carros y proteger el ganado.
Su fuerza, inteligencia y temperamento dócil lo convirtieron en un perro versátil. Hoy, en lugar de cargar leña, su misión es mucho más entrañable: brindar compañía y amor a las familias.
En México, el Bernés ha ganado popularidad en las últimas décadas. Su elegancia y carácter noble lo hacen destacar en exposiciones, pero sobre todo en hogares que buscan un perro familiar distinguido y protector.
Cuando uno piensa en un perro ideal para el hogar, imagina a un compañero que se lleve bien con los niños, que tenga energía para jugar pero también sepa relajarse cuando es hora de descansar. Eso, y mucho más, lo ofrece esta raza. Son perros que se adaptan a casas grandes o apartamentos (siempre que salgan a ejercitarse), no tienen problemas en convivir con otros animales, y son increíblemente receptivos al entrenamiento.
Desde que conocí esta raza, supe que era diferente. Su apariencia me pareció encantadora: muy bonitos, con un pelaje ondulado o con chinos, y colores tan atractivos como el dorado y el negro. Pero lo que más me cautivó fue su energía, su capacidad de amar y su forma tan graciosa de comportarse… un poco bobos a veces, sí, pero siempre cariñosos y dispuestos a proteger a su familia.
Es un perro grande: los machos suelen pesar entre 40 y 55 kg y las hembras entre 35 y 45 kg. Su pelaje largo y tricolor —negro, blanco y marrón— es una de sus marcas más reconocibles.
La primera vez que vi a un Bernés, me impresionó su presencia imponente: caminaba con paso firme, elegante, pero al mismo tiempo se acercaba con una dulzura desarmante. Es esa mezcla de fuerza y ternura lo que lo hace único.
A pesar de su tamaño, el Bernés es calmado dentro de casa. Es paciente, leal y disfruta estar cerca de su familia. En mi experiencia, nunca lo vi mostrarse agresivo; al contrario, parecía tener una infinita capacidad de tolerancia.
Son perros cariñosos y protectores con los niños. Muchas familias mexicanas los describen como guardianes amorosos, siempre dispuestos a cuidar y jugar. También suelen llevarse bien con otros perros y mascotas.
Su inteligencia facilita el adiestramiento, aunque requieren constancia y refuerzo positivo. Les encanta aprender trucos y participar en actividades al aire libre.
Un Bernés no solo acompaña, también protege. Es capaz de detectar cambios en el entorno y avisar, pero sin ser ruidoso o excesivamente territorial.
En mi caso, comprobé cómo un Bernés puede convertirse en el centro de la familia, uniendo a niños y abuelos alrededor de su cariño incondicional.
Aunque son grandes, se adaptan sorprendentemente bien a la vida en ciudad siempre que tengan paseos diarios. En casas con jardín o en entornos rurales disfrutan aún más de su instinto explorador.
Necesitan una dieta balanceada de alta calidad. No es un perro excesivamente activo, pero requiere caminatas diarias para mantener un peso saludable.
Su pelaje largo necesita cepillados frecuentes (2–3 veces por semana) para evitar nudos y mantener el brillo.
Con cuidados adecuados, un Bernés puede vivir entre 8 y 11 años. En mi experiencia, los que reciben chequeos veterinarios regulares y buena alimentación disfrutan de una vida plena.
Si buscas un perro que combine elegancia, lealtad y ternura, el Bernés de la Montaña puede ser tu mejor elección. En mi caso, descubrí que no solo es un perro: es un compañero de vida que transforma cada día en una experiencia compartida.